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Ecosistemas

marino costeros

Marine-coastal ecosystems

Arrecifes de coral Coral reefs

¿Qué son los arrecifes de coral?

Los arrecifes coralinos son estructuras geológicas sólidas y ma­sivas, creadas por organismos sésiles con la habilidad de formar esqueletos pétreos de carbo­nato de calcio, que cubren la matriz rocosa de fondos marinos tropicales y subtropi­cales. Son habitados principalmente por corales pétreos, esponjas, octocorales y algas, además de peces, moluscos, equinodermos, crustáceos y poliquetos. La gran mayoría de las especies que habitan el arrecife coralino desempeñan más de un papel, destacándose funciones como la de formadores de estructuras pétreas, cementantes, produc­tores de sedimentos,  erosionadores, y productores de materia orgánica.

Ecosistema marino costeros

Los corales pétreos (escleractíneos)

presentan la condición de grupo clave en el arrecife coralino. Son animales coloniales (numerosos individuos fusionados entre sí denominados pólipos), de tipo celenterado, que producen un esqueleto calcáreo debajo de su tejido vivo. Los pólipos presentan una corona de tentáculos que rodean su boca y filamentos internos armados de baterías de “células disparadoras” (nematocistos), que poseen dardos venenosos que paralizan y atrapan a las pequeñas presas que les sirven de alimento. El desarrollo de los arrecifes se debe principal­mente al crecimiento y superposición de los esqueletos de los corales. Este proceso de calcificación del esque­leto a partir de la absorción de carbonatos del agua de mar es estimu­lado por algas unicelulares dependientes de la luz, que viven en simbiosis dentro del te­jido del coral y que reciben el nombre de zooxantelas.

Servicios Ecosistémicos 

El valor ecológico de los arrecifes coralinos es considerable ya que constituyen el área vital de refugio o reproducción de gran cantidad de especies de aguas continentales e insulares, incluyendo las co­merciales. Poseen gran valor intrínseco por su carácter único en sus formas y procesos, así como su com­posición y diversidad. Albergan la cuarta parte de las especi­es del globo terráqueo, de ello se desprende una gran importancia edu­cacional, científica y ética.

 

Brindan una efectiva protección sobre las costas frente a la posible ero­sión generada por la energía del oleaje. Muchísimos cayos y ecosistemas costeros, como manglares, dunas de playas y pastos marinos, existen gracias a la presencia de esas rompientes arrecifales, así como numerosos poblados y edificaciones de las costas.

 

Este ecosistema es fuente de una gran variedad de recursos pes­queros, entre ellos la langosta y peces como los pargos y los meros. Se estima que los arrecifes coralinos aportan entre el 10 y 12% de las pesquerías totales de los países tropicales, y entre el 20 y el 25 % si se trata sólo de la pesquería de peces. Más de 200 especies comerciales provienen de los arrecifes de la región del Gran Caribe.

 

Las especies presentes en los arrecifes coralinos son fuente de sustancias biológicamente activas. Estas sustancias se emplean como fármacos a partir de sus propiedades antibióticas, anti­virales, anticancerígenas, hipotensoras, antiinflamatorias, anti­asmáticas, antiherpéticas, antiartríticas, etc. y como reactivos de interés bioquímico y experimental.

 

Numerosos son los productos que como materia prima sirven para la elaboración de vistosos y codiciados objetos de artesanía y bisutería. Los arrecifes coralinos constituyen una de las principales fábricas de la arena que nutre las playas y que también se emplea en la construcción. 

La gran diversidad de fauna y flora de los arrecifes coralinos genera un paisaje submarino de extraordinario valor estético, el cual resulta de gran trascendencia socioeconómica para los países tropicales. Esto los convierte en lugares con alta demanda turística internacional, por lo tanto, resulta un recurso natural explotable económicamente en la actualidad y en el futuro, siempre que  se maneje correcta­mente.

Requerimientos de hábitat

El desarrollo de los arrecifes se debe principal­mente al crecimiento y superposición de los esqueletos calcáreos de los corales pétreos. Este proceso de calcificación del esque­leto a partir de la toma de carbonatos del agua de mar es estimu­lado por algas unicelulares que viven en simbiosis dentro del te­jido del coral y que reciben el nombre de zooxantelas. 

 

Debido a la presencia de las zooxantelas, los corales pétreos para su crecimiento necesitan de la luz solar, de esta forma, la profundidad límite de los arrecifes dependerá de la transparencia del agua, y por lo general, disminuye su presencia por debajo de los 30 metros . Igualmente, los corales requieren de un fondo duro donde sus larvas puedan fijarse y desarrollarse. Los arrecifes coralinos precisan de aguas agitadas o constantemente renovadas para que los organismos inmóviles puedan alimentarse y llevar a cabo sus funciones fisiológicas. 

 

Los requerimientos de temperatura oscilan entre 20o y 30o centígrados, aunque excepcionalmente, en algunos lugares soportan 18o centígrados, y en otros hasta 35o. Tolera salinidades entre 27 y 40 ppm, pero le son óptimas las cercanas a 35.5 ppm.

 

Parque Nacional Guanahacabibes, Cuba

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Amenazas

Actualmente la existencia de los arrecifes coralinos se ve amenazada por diferentes factores de estrés de origen tanto natural como humano.

 

Eutrofización: Los arrecifes responden a un delicado balance entre el crecimiento de los corales pétreos y de las algas, motivo por el cual la contaminación orgánica es tan nociva para este ecosistema. La fertilización excesiva del agua producida por la agricultura, aguas residuales, procesadoras de alimentos, ganado, etc. trae consigo una catastrófica proliferación de algas y una consecuente declinación de la cobertura del fondo por corales. El crecimiento exuberante de algas conduce a un acelerado cubri­miento del sustrato duro disponible, impidiendo la fijación de las larvas de los corales, y afectando también a los corales ya ex­istentes mediante sofocación, daño mecánico e inter­ferencia en la captación de la luz. La fertilización excesiva también perjudica a los arrecifes al disminuir los niveles de iluminación a causa de la proliferación del fito­plancton. 

 

Sobrepesca: Otro factor que favorece la proliferación de algas es la eliminación o disminución de las poblaciones de especies herbívoras (peces loros, barberos). A su vez, la pesca excesiva dirigida a especies de peces carnívoros (controladores biológicos) puede favorecer el aumento excesivo de otras especies bio-erosionantes o que se alimentan de los propios corales, causando igualmente importante daño al arrecife.

 

Sedimentación: Es otro enemigo mortal de los arrecifes cuando excede de la capacidad de los corales de desprenderse de los sedimentos. Cuando la sedimentación excede de 10 miligramos aparecen evidencias de deterioro de los corales, si es mayor que 15 miligramos el daño se hace drástico. El gasto de energía que implica la producción del moco o mucílago que se emplea en la remoción de los sedimentos va en detrimento de la velocidad de crecimiento del coral, su alimentación y respiración. Son incontables las pruebas exis­tentes sobre destrucciones de arrecifes a causa de la sedimenta­ción inducida por la deforestación de manglares y de bosques de tierra adentro, dragados, alimentación artificial de playas, construcciones costeras y explosiones de las prácticas milita­res.

 

Contaminación: No debe dejarse de mencionar el daño que produce la contaminaci­ón por sustancias tóxicas como pesticidas, herbicidas, ácidos, metales pesados, hidrocarburos y sus derivados, etc. sobre la fisiología, reproducción, crecimiento y supervivencia de los or­ganismos del arrecife. La mala calidad del agua también se ha relacionado con aumentos en la severidad de las enfermedades, por lo que las acciones de manejo en la reducción de los flujos de sedimento, nutrientes y contaminantes son particularmente importantes. 

Cambio climático: El blanqueamiento de los corales es una de las principales causas de la degradación actual de los arrecifes de coral. Es la pérdida de las zooxantelas simbióticas y/o pigmentos que viven dentro de su tejido, debido al estrés por temperaturas inusualmente altas relacionadas con los efectos del cambio climático. El incremento anómalo de la temperatura del mar, tan bien se relaciona con los brotes de enfermedades microbianas.

La acidificación del océano, que no es más que la absorción de dióxido de carbono, desencadena una serie de reacciones químicas que disminuyen su pH y la concentración de carbonato en el agua. El carbonato es vital para los organismos calcificadores como los corales. La menor disponibilidad de carbonato reduce la tasa de crecimiento de los corales y los hace estructuralmente más débiles.

 

Eventos meteorológicos extremos como los huracanes han sido considerados un aliado de los arrecifes coralinos, debido a que durante su paso, infieren en la dominancia de algunas especies creando diversidad, remueven nutrientes, transportan materiales (fragmentos de corales  vivos y muertos) que influyen en su crecimiento y refrescan la temperatura del océano. Sin embargo, el incremento en intensidad y frecuencia de las tormentas tropicales a causa del cambio climático, unido a las afectaciones que ya sufren los arrecifes coralinos, pueden causar más daños que beneficios.

 

Enfermedades microbianas: El brote de enfermedades microbianas ha causado gran mortalidad en los corales, siendo una de las principales causas de la disminución de la cobertura de coral vivo en los arrecifes a nivel mundial. La proliferación de la banda blanca a finales del siglo pasado, fue la principal causa del declive de los acropóridos en el Caribe. En la actualidad, la enfermedad de pérdida de tejido de coral pétreo (SCTLD o Síndrome Blanco) es una nueva enfermedad letal reportada por primera vez en Florida en 2014 y dispersada a lo largo de todo el Caribe. Se desconoce su causa, pero se caracteriza por su rápida propagación y por provocar múltiples lesiones a las colonias de coral las cuales mueren rápidamente. Afecta a más de 30 especies de corales, especialmente corales meandroides (cerebros y columnales) y demás especies masivas.

 

Especies Invasoras: Una especie invasora es una especie no nativa introducida en un área, y puede tener un efecto ecológico o ambiental adverso en el ecosistema originario, ya sea de forma directa o indirecta. Las especies invasoras se propagan debido a la falta de competencia o por la falta de depredación de los organismos presentes.

 

Entre las especies que han invadido a los arrecifes de coral, se destaca el pez león Pterois volitan-miles, proveniente del Indo-Pacífico. La invasión del pez león causó gran interés en el ámbito científico, debido al potencial peligro que significaba para las tramas tróficas de los arrecifes coralinos dado su voracidad y variada dieta, su capacidad de establecerse en disímiles ambientes, su alta tasa de reproducción y lo principal, que no tenía casi depredadores. Su impacto pudo comprobarse en arrecifes pequeños y aislados. Sin embargo, en la actualidad ha disminuido el interés hacia el pez león, que al parecer ha estabilizado su abundancia y ya forma parte de las comunidades ícticas del arrecife.

Existen otras especies invasoras que han llegado al Atlántico occidental pero que han tenido menor auge y difusión. Se destaca entre ellas el género de coral ahermatípico Tubastrea, que en ciertas regiones se ha reproducido ampliamente, siendo un potencial peligro para especies colindantes. También se conoce de la invasión de algas, crustáceos, esponjas, entre otros.

Distribución de los arrecifes de coral

Los arrecifes de coral se distribuyen fundamentalmente en las zonas tropicales y subtropicales del Atlántico occidental y del Indo-Pacífico, generalmente entre los 30° N y 30° S de latitud. Sin embargo, también pueden aparecer fuera de este rango hasta zonas donde llegan corrientes marinas de aguas cálidas, como es el caso de las islas Bermudas hasta donde la Corriente del Golfo trae agua tropical cálida desde el norte del Caribe. En el Atlántico occidental se ubican a lo largo de todo el Caribe, en el Golfo de México, al sur de la Florida, Cuba y Las Bahamas, y llegan hasta las costas orientales de Brasil. 

 

En México, se puede regionalizar a los arrecifes en tres zonas: La costa del Pacífico que incluye los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima, Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca. Las costas de Veracruz y Campeche, y por último, la costa oriental de la Península de Yucatán, que corresponde desde isla Contoy, Xcalak, hasta Banco Chinchorro. En esta última zona, se encuentra el Arrecife Mesoamericano, cuya área estimada en el país es de aproximadamente 1,780 kilómetros cuadrados.

Distribución Global de arrecifes de coral

Pastizales marinos Seagrass beds

¿Qué son los pastizales marinos?

Los pastizales marinos son ecosistemas complejos altamente productivos, que funcionan a partir de tramas tróficas sustentadas en el detrito y en el herbivorismo. Se caracterizan por el predominio de las angiospermas marinas, plantas adaptadas a condiciones de inmersión permanente ya sea en medios salinos o salobres. Todas las especies tienen un sistema radicular (rizomas y raíces) enterrado en el suelo y una estructura foliar (haces o vástagos y hojas) por encima del sustrato, también desarrollan flores, frutos y semillas.

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Son ecosistemas productores de oxígeno y promotores de diversidad biológica, ofertan sustrato de fijación a microalgas y animales pequeños que constituyen la base alimentaria de otros, brindan refugio para juveniles de invertebrados y peces de importancia comercial y recreativa. Regulan el ciclo global del carbono y la producción de detrito proporcionando materia orgánica para las plantas y manteniendo un ambiente propicio para el reciclaje de nutrientes.

 

Los pastizales marinos favorecen la calidad del medio marino al amortiguar la energía del oleaje y retener partículas suspendidas en el agua, mejorando su transparencia. Las angiospermas y las macroalgas asociadas absorben los nutrientes del agua y los sedimentos, actuando como filtros. Las hojas y el sistema radicular de las angiospermas favorecen la estabilización de los sedimentos y reducen su resuspensión, protegiendo a las costas contra la erosión y a los arrecifes coralinos contra la sedimentación excesiva. Son fuente de sedimentos producto de los esqueletos carbonatados de los organismos que viven en ellos (macroalgas, foraminíferos, moluscos, equinodermos, etc.). Son productores de sustancias bioactivas, con aplicación en las industrias médico-farmacológica y cosmetológica.

Ecosistema marino costeros

Requerimientos de hábitat

Los pastizales marinos se desarrollan en zonas cercanas a la costa y dependen principalmente de un sustrato relativamente estable donde fijarse (sedimentos), con cierta cantidad de materia orgánica y nutrientes esenciales, de la radiación solar, la temperatura y la salinidad. Tratándose de plantas cuyo crecimiento y desarrollo dependen de la luz para realizar el proceso de la fotosíntesis, su presencia está limitada a zonas con aguas bien iluminadas y de escasa profundidad. Thalassia, Syringodium y Halodule requieren mayor luz incidente para mantenerse a largo plazo, mientras que Halophila demanda menos luz, lo que les posibilita vivir en aguas relativamente turbias y a mayor profundidad. Factores como el fitoplancton debido al enriquecimiento de nutrientes, la turbidez y el color del agua causado por materia orgánica disuelta, atenúan o debilitan la luz en la columna de agua y afectan al pasto.

 

La temperatura influye en la respiración, la tasa fotosintética y otros procesos metabólicos de las angiospermas, y cada especie tiene su intervalo óptimo de temperatura que oscila entre 20 y 30o. La mayoría de las angiospermas marinas pueden tolerar amplias variaciones de salinidad (ámbito óptimo de 24 a 35 ppm), por lo que se pueden encontrar desde zonas estuarinas hasta aguas hipersalinas con salinidades mayores de 45 ppm. Algunas especies son susceptibles ante fuertes inundaciones por disminución brusca de la salinidad. H. wrightii es ampliamente eurihalina (rangos de salinidad entre 9,0 y 52,5 ppm), S. filiforme, Halophila decipiens y H. baillonis son más estenohalinas, mientras que T. testudinum tiene una tolerancia intermedia.

 

Los pastizales marinos crecen en una amplia variedad de sedimentos, desde finos fangos hasta arenas gruesas e incluso fondos pedregosos. Las plantas requieren de cierta profundidad del sedimento para poder fijarse contra el movimiento del agua y les brindan la matriz para su crecimiento y fuente de nutrientes, cuyos requerimientos son distintos para cada especie. Los principales constituyentes del material vegetal son carbono, nitrógeno y fósforo. Los pastos adquieren la mayoría del carbono inorgánico del CO2 libre y asimilan el nitrógeno y el fósforo de los sedimentos a través de sus raíces y rizomas, así como de la columna de agua a través de las hojas.

Amenazas

Los pastizales marinos son afectados por cambios ambientales y responden de forma abrupta que traen como resultado efectos negativos en cascada, hasta la pérdida de su extensión. Las causas del declive de pastos marinos son múltiples y a menudo ocurren simultáneamente. Entre las principales destacan las perturbaciones naturales y el deterioro de la zona costera derivado de la actividad humana.

 

Causas naturales: Pueden impactar severamente los eventos geológicos y meteorológicos: terremotos y erupciones volcánicas, movimientos de la corteza terrestre, erosión producto de la energía en la zona costera por tormentas o huracanes, así como inundaciones que producen arrastre de agua dulce con gran carga de sedimentos y cambios bruscos de salinidad. La abundancia de los pastizales marinos también puede ser afectada por interacciones biológicas inter e intraespecíficas: competencia por los recursos, ciclos naturales de desarrollo y envejecimiento de las plantas, la actividad de los herbívoros, enfermedades, la acción de organismos que alteran los sedimentos o bioturbación y la proliferación de especies de macroalgas, invertebrados u otras angiospermas invasoras.

 

Entre las amenazas antropogénicas se destacan:

 

Eutrofización: Aumento de la carga de nutrientes (generalmente nitrógeno o fósforo) y materia orgánica por residuales de la actividad humana, como albañales, industrias y fertilización agrícola. Favorece el desarrollo del fitoplancton y de macroalgas oportunistas de crecimiento rápido que obstruyen el paso de la luz. La materia orgánica pasa también al sedimento ocasionando un aumento de la actividad microbiana con la consiguiente reducción del oxígeno disuelto y el aumento del sulfuro de hidrógeno, que es tóxico para las angiospermas marinas.

 

Alteración del balance erosión/sedimentación: El incremento de asentamientos humanos en las costas ha provocado cambios en el uso de la tierra, la deforestación para producciones agropecuarias o para la obtención de madera y carbón vegetal, implica el aumento de la erosión y del transporte de sedimentos hasta el mar e impide que la luz llegue a las plantas o producir su enterramiento.

 

Contaminación química: Muchas de las actividades humanas conducen a la contaminación de los mares por sustancias o elementos tóxicos como metales pesados, hidrocarburos y pesticidas.

 

Daños mecánicos: Producidos por artes de pesca invasivos, anclas y la turbulencia generada por embarcaciones han provocado la eliminación de pastos en áreas extensas

 

Cambios hidrológicos y de salinidad: Acciones ingenieras en la zona costera, como construcciones, viaductos, dragados y diques, y la descarga de las plantas desalinadoras, han producido cambios en la hidrodinámica y la disminución del aporte de agua dulce a zonas con poco intercambio con el océano, afectando grandes extensiones de pastos marinos.

 

El incremento de la temperatura superficial del mar: Puede provocar una disminución en la fotosíntesis y un aumento de la respiración. El incremento del nivel del mar puede provocar erosión de la zona costera y disminución de la transparencia del agua. Aumento de la intensidad de tormentas y ciclones tropicales, cambios en la luz debido a la nubosidad y el incremento de la radiación UV a consecuencia del deterioro de la capa de ozono, y los cambios en los patrones de circulación marina. 

Sargazo pelágico: Las arribazones masivas de sargazo pelágico a distintos lugares del Caribe, que vienen ocurriendo principalmente en esta última década, constituyen una amenaza importante para los pastizales marinos. Los grandes volúmenes de esta alga llegan a la costa, se acumulan y se descomponen, deteriorando en gran medida la calidad del agua y afectando de forma significativa a las praderas aledañas. Además, potencialmente con estas arribazones, pueden llegar diferentes especies invasoras.

 

Especies invasoras: Son numerosas las especies invasoras o introducidas en este ecosistema, sin embargo, no está claro el impacto o extensión de estas en muchos de los casos. La especie de fanerógama Halophila stipulacea, nativa del Mar Rojo, se ha extendido rápidamente por todo el Caribe. En comparación con otras algas y demás organismos introducidos, H. stipulacea ha demostrado una flexibilidad ecológica excepcional en salinidad, profundidad, hábitat y requisitos de luz. Dada esta flexibilidad, complementada por su expansión clonal, la especie no nativa se ha propagado rápidamente. Esta invasión tiene el potencial de generar impactos ecológicos y económicos de gran alcance, sin embargo, hasta el momento no se ha observado ningún reemplazo o daño a gran escala de las especies nativas.

Distribución de los pastizales marinos

Los pastizales marinos están distribuidos prácticamente a lo largo de las costas tropicales y templadas de todos los continentes, con excepción de la Antártida y la mayor parte del Pacífico suramericano. A nivel mundial se conforman de unas 57 especies de angiospermas, donde más de 40, tienen su ámbito de distribución en la región occidental del Indo-pacífico, especialmente en torno a las costas del archipiélago indomalayo. 

 

En México los pastizales marinos se encuentran en todos los mares que rodean al país. En el Pacífico mexicano hay cuatro de las nueve especies de pastos, principalmente en las costas de Baja California Sur, Sonora y Sinaloa. En el resto de los estados no hay registros de pastos marinos debido a que la plataforma continental está muy reducida y no hay aguas someras. En el Golfo de México y Mar Caribe, hay pastos desde Tamaulipas hasta el sistema arrecifal de Yucatán, con cinco de las nueve especies registradas en México.

Distribución Global de Pastizales Marinos

Manglares Mangroves

¿Qué son los manglares?

Los manglares son una formación vegetal leñosa, densa, arbórea o arbustiva de 1 a 30 metros de altura, compuesta de una o varias especies de mangle y con poca presencia de especies herbáceas y enredaderas. Se organizan de una manera particular que determinan una zonación, lo que constituye comunidades diferentes, estructuradas por las características edáficas, topográficas y de algunas variables físico químicas del suelo. En México predominan cuatro especies de mangle (Rhizophora mangle, Laguncularia racemosa, Avicennia germinans y Conocarpus erectus). Existen dos especies más (Avicennia bicolor y Rhizophora harrisonii) con una distribución restringida, y una variedad de C. erectus (C. erectus var. sericeus).

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Los manglares son ecosistemas altamente productivos, que proporcionan cuantiosos bienes y servicios ambientales a la humanidad. Son zonas de alimentación, refugio y crecimiento de flora y fauna silvestre, incluyendo juveniles de crustáceos y alevines, que ayudan a sostener gran parte de la producción pesquera. Producen gran cantidad de materia orgánica como hojarasca y otros tipos. Retienen los sedimentos, filtran las aguas que abastecen los mantos freáticos y retienen desechos y sustancias tóxicas que se dirigen hacia el mar. Desalinizan las aguas que ingresan en tierra firme, formando reservorios en las zonas interiores. Protegen las zonas costeras de la erosión por el agua y el viento y retienen la arena sobre las playas. Mitigan el cambio climático al absorber gases de efecto invernadero. Estabilizan el clima local. Son utilizados como combustible (leña), y poseen un alto valor estético y recreativo. Actúan como sistemas naturales de control de inundaciones y como barreras contra huracanes e intrusión salina, controlan la erosión y protegen las costas, mantienen procesos de sedimentación y mejoran la calidad del agua al funcionar como filtro biológico.

Requerimientos de hábitat

Un ambiente salino es necesario para el mantenimiento de un ecosistema de manglar. A pesar de que la salinidad no es un requisito para el crecimiento de la mayoría de especies de mangle, su adaptación al entorno salino evita la competencia con otras especies vasculares no adaptadas a este medio. Para su desarrollo además necesitan de suelos fangosos, de arena o arcillosos, con aportes de nutrientes, inundaciones periódicas con agua salada y clima favorable.



Ecosistema marino costeros

Afectaciones

Entre las principales afectaciones a este ecosistema, se encuentra la deforestación, donde se talan y remueven estos bosques en función de actividades agrícolas, ganaderas, acuícolas y turísticas. Igualmente, el cambio climático actualmente constituye un problema relevante, asociado a cambios en la temperatura, incremento del CO2, cambios en los patrones de precipitaciones, tormentas y aumento del nivel del mar, conduciendo a pérdidas en su cobertura boscosa.

Distribución de los manglares

Los manglares se encuentran generalmente confinados a las regiones tropicales y subtropicales del mundo con pocas excepciones. Estos ecosistemas se extienden ampliamente entre diferentes latitudes, al norte desde Japón y Bermuda, llegando al sur hasta Australia, Nueva Zelandia y la costa oriental de Sudáfrica. La diversidad de las especies, la altura y la biomasa son menores en los extremos norte y sur y se incrementan hacia los trópicos. Se estima un área total aproximada de bosques de manglares del mundo de 137,760 km2 en 118 países y territorios. La mayor cantidad de manglares se encuentran en Asia (42%), seguidos por África (20%), América del Norte y Central (15%), Oceanía (12%) y América del Sur (11%).

Distribución Global de Manglares

Manglares de México

México es el cuarto país con mayor extensión de manglares del mundo. La evaluación más reciente (2020) arrojó una superficie de 905,086 hectáreas de manglares en México, lo que representa el 6% de la superficie mundial de este ecosistema. Los manglares están presentes en los 17 estados de México que tienen costas, siendo Quintana Roo el estado con mayor cobertura y Baja California el de menor.

Sistema de Monitoreo de Manglares de México (SMMM)

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Extensión y distribución de manglares de México

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